miércoles, 29 de julio de 2015

Vacaciones yaaaaaa!

Hoy es el último día de trabajo antes de las vacaciones. Está siendo tranquilo, de hecho, a esta hora (doce y cinco) ya tengo todos mis temas cerrados y no tengo nada que hacer. ¿Por qué no practicar un poco la escritura? Luego leeré un rato discretamente en el ordenador. Pero ayer… Ayer fue un día de esos en los que es mejor no levantarse de la cama.

Al poco de llegar me llamó la jefa de un departamento relacionado con el mío. Mi jefa está de vacaciones desde el lunes y fue ella la encargada de decirme que nos había caído un marrón. Me fastidió, me amargó, me cabreó. No se manda un marrón el penúltimo día de trabajo. He estado conteniéndome para hacer ciertas llamadas que implicaban carga de trabajo para otros porque solo nos quedaba una semana y a mí me sueltan un saco de mierda encima dos días antes de las vacaciones. Ironías de la vida.

jueves, 23 de julio de 2015

La comida que (no) se tira

En mi casa intentamos tirar la menor cantidad de comida posible. En eso me educaron y eso es a lo que estoy acostumbrada. Vivir sola dificulta la tarea. Hay muchos alimentos que vienen envasados en cantidades que, sin ser tamaño familiar, son excesivas para una persona. Aun así, intento aprovecharlos al máximo planificando mi menú con cuidado, pensando las recetas no solo de semana en semana y congelando. Tengo que reconocer que a veces se me estropea la fruta. Nadie es perfecto.

No sé si he hablado de las comidas que se organizan en mi curro. Posiblemente lo he mencionado. Incluso es un tema que me llevaba rondando la cabeza para el blog desde hace unas semanas a propósito de cómo llevo la dieta. Tengo algo escrito sobre ello pero no me gusta lo que se lee entre líneas y está en reposo hasta que tenga la mente lo suficientemente lúcida como para perfeccionarlo. Mientras, me ha surgido la posibilidad de hablar de esos caterings por algo que me pasó ayer. En estas comidas siempre sobra algo, si es menú un poco menos porque les preparan los platos aquí. Pero en los desayunos, meriendas y comidas a base de bocadillos o bollería sobra un mundo. Muchas de mis compañeras piden de más para que coma toda la oficina o para llevar a casa, el problema es que sobra demasiado. Un derroche. 

jueves, 9 de julio de 2015

Tensión por unas rosas


13000497-she's gone, por Theo Olfers
13000497-she's gone, por Theo Olfers 
Una cosa que me saca de quicio es el cotilleo. No voy a negar que cotillear de vez en cuando me gusta, pero cuando es natural, cuando lo haces porque ha surgido la noticia o la conversación. Como ejemplo, algo que me pasó el lunes. Fui a la oficina de envíos internos a enviar un par de cajas de documentos a Segovia y me encontré con una antigua compañera: Laura M. Era una de las grandes vagas de la empresa. Se sentaba en un banco en la puerta de su edificio a hablar por teléfono durante media hora, tan tranquila pitillo en mano, mientras los jefes pasaban por delante. O se iba a hacer la compra. Esto lo vi con mis propios ojos un par de veces. Iba precisamente al edificio donde trabajaba y me la encontré con varias bolsas en cada mano. Y no era su hora del café, esa era aparte. Se escondía en el cuarto de la fotocopiadora al otro lado del pasillo y dejaba la recepción abandonada, así que cuando ibas a esa oficina nunca había nadie para abrirte la puerta. Las malas lenguas dicen que se fue sin preaviso dejando a la empresa colgada. No lo creo. Esto funciona mal a veces, mejor dicho, no sé ni cómo salimos adelante, pero dudo que la hubieran contratado de nuevo en esa situación. Verla me sorprendió, de hecho en un principio no la reconocí. Y, por supuesto, cuando me di cuenta de quién era, se lo conté a mi amiga Esther y estuvimos despellejándola un poco, comentando precisamente sus pequeñas fechorías y que es increíble que haya vuelto a entrar.  

viernes, 3 de julio de 2015

Solos y desesperados: vacas sin cencerro 2

Hace unas semanas escribía sobre las vacas sin cencerro. La madre de Leo compara, en La flor de mi secreto, a las personas que están solas y no hacen nada por salir de su ostracismo con las vacas sin cencerro. Vayamos un poco más allá. Hay gente que tiene pareja, se siente sola, perdida porque su cencerro no tiene badajo, pero hacen lo posible por encontrar el camino. Y un tercer grupo, formado por especímenes con y sin pareja pero que no saben gestionar la soledad. Son los peores. La gente que se siente sola y no sabe estar sola normalmente da el coñazo a los demás. Y esto lo digo como sufridora de esa gente, no como especialista en el tema.

Oso marrón de peluche sentado, triste, sobre una mesa de cafetería.
The panda and the bear - 10, por Andrew Baldacchino

viernes, 26 de junio de 2015

Chico nuevo en la oficina

Tenemos chico nuevo en la oficina. ¡Qué ganas tenía de decir esto! Su jefe y todas las chicas del edificio estamos contentísimas* de que esté aquí. Ya iba siendo hora de que hicieran un fichaje masculino para igualar un pelín los porcentajes… y poder alegrarnos la pestaña. Y hay historia, claro, antes y después. Empiezo por el antes.

Taza de café y váter
WC, de Anne Worner
Se llama Héctor y es becario en el departamento de comunicación. Es el cuarto en tres años y sus predecesoras se caracterizaban por emanar una falta de simpatía y educación que no pegaba ni con cola con un departamento que debe ser abierto, cercano y comunicativo (perdón por la redundancia) para ganarse a los de fuera y a los de dentro. Las dos primeras tenían un pase, pero la tercera, ay, la tercera, qué poema de mujer. Empezaron a pasar cosas justo después de su llegada en julio del año pasado. Voy a intentar ser lo menos explícita posible. Te encontrabas con que la persona que había ido al baño antes que tú no había tirado de la cisterna, colgaba el rollo de papel higiénico del mango de la escobilla (lo primero que se toca sin haber lavado las manos), dejaba siempre algo en el lavabo (pelos, migas, un tenedor…), escupía y no abría el grifo, comía en el váter y dejaba las migajas en la cisterna. Por favor, ¿quién puede comer en ese váter? Cualquiera con una higiene media puede hacerlo en el de su casa, que no lo hagamos es otra cosa, pero en este, en el que la señora de la limpieza no pasa ni la escoba, me parece hasta peligroso. También se empezó a notar enseguida un olor extraño que día a día fue a más, hasta que con la llegada de la primavera empezó a ser tan intenso que decidí ir al baño de hombres para no sufrir arcadas, aunque esto es adelantarme a los acontecimientos.

lunes, 15 de junio de 2015

La bella durmiente reload

Le he dado muchas vueltas a este último post, no sabía si contarlo de manera realista con un toque de ironía o darle una pequeña vuelta y convertirlo en un cuento de brujas. Después de tener escritas las dos versiones, me he decidido por la versión realista. Aunque la versión cuento tenía su gracia, no captaba del todo la esencia de la situación.

La historia empezó unos días antes del Corpus. Sandra decidió a última hora que se iba de viaje a su país en ese puente. Necesitaba un reajuste en las bolsas de los ojos y todos sabemos que no hay nada mejor que una juerga con mucho alcohol para eso. Compró los billetes el lunes de esa semana así que no pidió el día con el tiempo obligatorio para hacerlo. Aquí ya nos encontramos con el primer privilegio. El segundo, que ni ella ni mi jefa avisan a Recursos humanos, así que da igual la antelación. En la práctica, se coge más días que los demás.

10 hours later - viviandnguyen_
10 hours later, por viviandnguyen_

martes, 26 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (2): Día del orgullo friki



Mueve la rueda del iPod, no sabe qué escuchar. Se para sin querer en la banda sonora de Los tres mosqueteros. Sí, puede valer, hace siglos que no le dedica un rato. Empieza a sonar All for love.

El tren se para. Movimiento de gente. De pronto, una cara conocida… uf, no. Se parece a K. Mucho. Por suerte no lo es, no le apetece encontrarse a nadie del trabajo en su regreso a casa. Tampoco se lo imagina subido a un tren, qué tontería pensar que podía ser él. El doble de K. se sienta, puede verlo de frente. No está tan bueno, pero sí alegra la pestaña. Fijándose en él… es posible que hayan coincidido antes. Seguramente hoy lo vio desde otro ángulo, la posición justa para que le recordara a otra persona. No se parecen tanto.

Let's make it all for one and all for love

Como en los sueños, su mente vuela a otro lugar, a otro tiempo. De pronto se acuerda de su amiga Vanesa, probablemente porque las dos veían Heroes y ahí trabaja Sendhil Ramamurthy, indio como K. Recuerda de pronto que todavía no le ha enviado un mensaje para desearle feliz día del orgullo friki. Se pone una nota en el móvil para llamarla cuando llegue a casa.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Sueño: un avión en la estación

Miércoles 20 de mayo de 2015. Noche.

Voy en el tren de regreso a casa, no en el de siempre sino que se parece más un regional. Busco sitio para sentarme, hay gente muy rara. Me dirijo a la cabecera para bajarme un poco más cerca de la salida, ahora vuelvo a estar en el tren de siempre. Casi llego a la puerta y veo a Diego con una chica, su novia, doy la vuelta y retrocedo. Me resulta un poco incómodo encontrarme con ellos. Creo que no llega a verme.

Cambio de escena. Ya estoy en la entrada de la estación. Sé que es mi estación, pero es diferente a la real. Es en este momento cuando me doy cuenta de que estoy soñando. Me encuentro con Raquel, una compañera de la facultad. Va cargada con una maleta y, aunque también sale, tiene que pasarla por el escáner. Miro el móvil. Aún no eran las ocho cuando me bajé del tren y ahora son las nueve. No he esperado, cosas de los sueños. Caminamos lentamente hacia la salida, poniéndonos al día después de tantos años sin vernos. De pronto me paro. Veo mis pies parados antes de mirar al frente y ver un avión cayendo en vertical con el morro hacia abajo, como si estuviera metido dentro de un tornado. No puedo moverme. Lo que veo me paraliza. No es la primera vez que tengo el sueño de un avión cayendo de esa manera. Se estrella y algunas de las partes salen disparadas. Por suerte estamos bastante lejos y los trocitos se mueven como a cámara lenta. En una situación real, la distancia que nos separa nos protegería de los pedazos, así que tardamos en protegernos tras una pared. Volvemos a mirar y vemos una explosión tremebunda. Ahora los trozos se acercan a nosotras a gran velocidad. Casi no nos da tiempo a ponernos tras la pared. Todo el mundo se protege como puede: agachados, detrás de los aparatos de escanear, bajo las mesas de la cafetería… Unas piezas se estrellan contra las paredes de cristal, las rompen y siguen su camino.

jueves, 14 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (1): Amigos que no están


Valerie suena a tope en su ipod. El ritmo se apodera de ella y la distrae de la lectura. Levanta la vista del libro y mira al infinito, a las colinas secas que pasan. Empieza el estribillo. Al regresar a la lectura se fija en el brazo que tiene enfrente. Fuerte, musculoso, sin vello. Le resulta conocido, se parece a otro… quizás era un poco más delgado, pero son igual de pálidos. Le gustaría tocarlo, sentir la piel. Tiene pinta de ser suave… Se ha puesto nerviosa pensando en el pasado, haciendo un viaje paralelo montada en sus recuerdos, muy muy lejos del tren.

Paco se cuela desde el canal recordatorio de al lado:

—Pero… ¿no tiene nada de vello? ¿Ni… ahí…? —baja la mirada para indicar la entrepierna, de pronto le ha entrado la vergüenza.

Una sonrisa asoma y se hace cada vez mayor, también más amarga. Lo echa de menos. A Paco, no al dueño del brazo. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Como vacas sin cencerro

Hace unos años una amiga me descubrió La flor de mi secreto, de Almodóvar. La conocía, pero no tenía ganas de verla debido a la interpretación errónea del anuncio. Cuando la anunciaban en Canal+ ponían las escenas en las que Leo (Marisa Paredes) salía más destruida, las más oscuras, incluso estaban editadas de tal manera que en mi mente me monté una nueva película con el maltrato como tema principal. Al menos ese es mi recuerdo. Nada que ver. Es cierto que tiene momentos dramáticos, pero también tiene unos puntos cómicos muy buenos, como muchas de las de Almodóvar. Admiro en él esa capacidad que tiene de mezclar lo dramático y lo cómico y deseo saber hacerlo igual algún día… Ey, ey, que me voy por las ramas. Vuelvo a La flor de mi secreto.

Todo empezó porque me gustaba un compañero de trabajo. Era turco, muy educado, amable y muy muy tímido, al menos con las chicas que le gustaban. Había otros obstáculos, pero entre que a él le daba vergüenza hablar español (conmigo) y a mí inglés (con todo el mundo), nunca pasó nada. Nos veíamos, nos mirábamos y cada uno por su lado sin haber abierto la boca. Mi amiga Esther tenía algo más de contacto con él así que le pedía que me contara cosas, por si podía darme alguna clave. Pasó un tiempo y yo seguía sin tener oportunidad para hablarle a solas (el email nunca funcionó, aunque lo intenté). Y no sé cómo llegamos al día de La flor de mi secreto. Supongo que de nuevo estaba contándole a Esther que era imposible hablar con él. No recuerdo sus palabras exactas, pero fue algo parecido a: “Ese chico es demasiado tímido, a veces habla para el cuello de su camisa, seguramente es virgen [aquí mi cara de alucine y una serie de fantasías que me hicieron entrar en calor repentinamente]. Y está muy solo, es como una vaca sin cencerro”. ¿Una vaca sin cencerro? Y La flor de mi secreto entró en mi vida.