viernes, 26 de junio de 2015

Chico nuevo en la oficina

Tenemos chico nuevo en la oficina. ¡Qué ganas tenía de decir esto! Su jefe y todas las chicas del edificio estamos contentísimas* de que esté aquí. Ya iba siendo hora de que hicieran un fichaje masculino para igualar un pelín los porcentajes… y poder alegrarnos la pestaña. Y hay historia, claro, antes y después. Empiezo por el antes.

Taza de café y váter
WC, de Anne Worner
Se llama Héctor y es becario en el departamento de comunicación. Es el cuarto en tres años y sus predecesoras se caracterizaban por emanar una falta de simpatía y educación que no pegaba ni con cola con un departamento que debe ser abierto, cercano y comunicativo (perdón por la redundancia) para ganarse a los de fuera y a los de dentro. Las dos primeras tenían un pase, pero la tercera, ay, la tercera, qué poema de mujer. Empezaron a pasar cosas justo después de su llegada en julio del año pasado. Voy a intentar ser lo menos explícita posible. Te encontrabas con que la persona que había ido al baño antes que tú no había tirado de la cisterna, colgaba el rollo de papel higiénico del mango de la escobilla (lo primero que se toca sin haber lavado las manos), dejaba siempre algo en el lavabo (pelos, migas, un tenedor…), escupía y no abría el grifo, comía en el váter y dejaba las migajas en la cisterna. Por favor, ¿quién puede comer en ese váter? Cualquiera con una higiene media puede hacerlo en el de su casa, que no lo hagamos es otra cosa, pero en este, en el que la señora de la limpieza no pasa ni la escoba, me parece hasta peligroso. También se empezó a notar enseguida un olor extraño que día a día fue a más, hasta que con la llegada de la primavera empezó a ser tan intenso que decidí ir al baño de hombres para no sufrir arcadas, aunque esto es adelantarme a los acontecimientos.

lunes, 15 de junio de 2015

La bella durmiente reload

Le he dado muchas vueltas a este último post, no sabía si contarlo de manera realista con un toque de ironía o darle una pequeña vuelta y convertirlo en un cuento de brujas. Después de tener escritas las dos versiones, me he decidido por la versión realista. Aunque la versión cuento tenía su gracia, no captaba del todo la esencia de la situación.

La historia empezó unos días antes del Corpus. Sandra decidió a última hora que se iba de viaje a su país en ese puente. Necesitaba un reajuste en las bolsas de los ojos y todos sabemos que no hay nada mejor que una juerga con mucho alcohol para eso. Compró los billetes el lunes de esa semana así que no pidió el día con el tiempo obligatorio para hacerlo. Aquí ya nos encontramos con el primer privilegio. El segundo, que ni ella ni mi jefa avisan a Recursos humanos, así que da igual la antelación. En la práctica, se coge más días que los demás.

10 hours later - viviandnguyen_
10 hours later, por viviandnguyen_

martes, 26 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (2): Día del orgullo friki



Mueve la rueda del iPod, no sabe qué escuchar. Se para sin querer en la banda sonora de Los tres mosqueteros. Sí, puede valer, hace siglos que no le dedica un rato. Empieza a sonar All for love.

El tren se para. Movimiento de gente. De pronto, una cara conocida… uf, no. Se parece a K. Mucho. Por suerte no lo es, no le apetece encontrarse a nadie del trabajo en su regreso a casa. Tampoco se lo imagina subido a un tren, qué tontería pensar que podía ser él. El doble de K. se sienta, puede verlo de frente. No está tan bueno, pero sí alegra la pestaña. Fijándose en él… es posible que hayan coincidido antes. Seguramente hoy lo vio desde otro ángulo, la posición justa para que le recordara a otra persona. No se parecen tanto.

Let's make it all for one and all for love

Como en los sueños, su mente vuela a otro lugar, a otro tiempo. De pronto se acuerda de su amiga Vanesa, probablemente porque las dos veían Heroes y ahí trabaja Sendhil Ramamurthy, indio como K. Recuerda de pronto que todavía no le ha enviado un mensaje para desearle feliz día del orgullo friki. Se pone una nota en el móvil para llamarla cuando llegue a casa.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Sueño: un avión en la estación

Miércoles 20 de mayo de 2015. Noche.

Voy en el tren de regreso a casa, no en el de siempre sino que se parece más un regional. Busco sitio para sentarme, hay gente muy rara. Me dirijo a la cabecera para bajarme un poco más cerca de la salida, ahora vuelvo a estar en el tren de siempre. Casi llego a la puerta y veo a Diego con una chica, su novia, doy la vuelta y retrocedo. Me resulta un poco incómodo encontrarme con ellos. Creo que no llega a verme.

Cambio de escena. Ya estoy en la entrada de la estación. Sé que es mi estación, pero es diferente a la real. Es en este momento cuando me doy cuenta de que estoy soñando. Me encuentro con Raquel, una compañera de la facultad. Va cargada con una maleta y, aunque también sale, tiene que pasarla por el escáner. Miro el móvil. Aún no eran las ocho cuando me bajé del tren y ahora son las nueve. No he esperado, cosas de los sueños. Caminamos lentamente hacia la salida, poniéndonos al día después de tantos años sin vernos. De pronto me paro. Veo mis pies parados antes de mirar al frente y ver un avión cayendo en vertical con el morro hacia abajo, como si estuviera metido dentro de un tornado. No puedo moverme. Lo que veo me paraliza. No es la primera vez que tengo el sueño de un avión cayendo de esa manera. Se estrella y algunas de las partes salen disparadas. Por suerte estamos bastante lejos y los trocitos se mueven como a cámara lenta. En una situación real, la distancia que nos separa nos protegería de los pedazos, así que tardamos en protegernos tras una pared. Volvemos a mirar y vemos una explosión tremebunda. Ahora los trozos se acercan a nosotras a gran velocidad. Casi no nos da tiempo a ponernos tras la pared. Todo el mundo se protege como puede: agachados, detrás de los aparatos de escanear, bajo las mesas de la cafetería… Unas piezas se estrellan contra las paredes de cristal, las rompen y siguen su camino.

jueves, 14 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (1): Amigos que no están


Valerie suena a tope en su ipod. El ritmo se apodera de ella y la distrae de la lectura. Levanta la vista del libro y mira al infinito, a las colinas secas que pasan. Empieza el estribillo. Al regresar a la lectura se fija en el brazo que tiene enfrente. Fuerte, musculoso, sin vello. Le resulta conocido, se parece a otro… quizás era un poco más delgado, pero son igual de pálidos. Le gustaría tocarlo, sentir la piel. Tiene pinta de ser suave… Se ha puesto nerviosa pensando en el pasado, haciendo un viaje paralelo montada en sus recuerdos, muy muy lejos del tren.

Paco se cuela desde el canal recordatorio de al lado:

—Pero… ¿no tiene nada de vello? ¿Ni… ahí…? —baja la mirada para indicar la entrepierna, de pronto le ha entrado la vergüenza.

Una sonrisa asoma y se hace cada vez mayor, también más amarga. Lo echa de menos. A Paco, no al dueño del brazo. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Como vacas sin cencerro

Hace unos años una amiga me descubrió La flor de mi secreto, de Almodóvar. La conocía, pero no tenía ganas de verla debido a la interpretación errónea del anuncio. Cuando la anunciaban en Canal+ ponían las escenas en las que Leo (Marisa Paredes) salía más destruida, las más oscuras, incluso estaban editadas de tal manera que en mi mente me monté una nueva película con el maltrato como tema principal. Al menos ese es mi recuerdo. Nada que ver. Es cierto que tiene momentos dramáticos, pero también tiene unos puntos cómicos muy buenos, como muchas de las de Almodóvar. Admiro en él esa capacidad que tiene de mezclar lo dramático y lo cómico y deseo saber hacerlo igual algún día… Ey, ey, que me voy por las ramas. Vuelvo a La flor de mi secreto.

Todo empezó porque me gustaba un compañero de trabajo. Era turco, muy educado, amable y muy muy tímido, al menos con las chicas que le gustaban. Había otros obstáculos, pero entre que a él le daba vergüenza hablar español (conmigo) y a mí inglés (con todo el mundo), nunca pasó nada. Nos veíamos, nos mirábamos y cada uno por su lado sin haber abierto la boca. Mi amiga Esther tenía algo más de contacto con él así que le pedía que me contara cosas, por si podía darme alguna clave. Pasó un tiempo y yo seguía sin tener oportunidad para hablarle a solas (el email nunca funcionó, aunque lo intenté). Y no sé cómo llegamos al día de La flor de mi secreto. Supongo que de nuevo estaba contándole a Esther que era imposible hablar con él. No recuerdo sus palabras exactas, pero fue algo parecido a: “Ese chico es demasiado tímido, a veces habla para el cuello de su camisa, seguramente es virgen [aquí mi cara de alucine y una serie de fantasías que me hicieron entrar en calor repentinamente]. Y está muy solo, es como una vaca sin cencerro”. ¿Una vaca sin cencerro? Y La flor de mi secreto entró en mi vida.

lunes, 27 de abril de 2015

Músicos ambulantes en el tren

Esta va a ser una entrada corta. A continuación podréis ver un vídeo que grabé en el tren hace unos días. Se trata de una de esas actuaciones estelares en el transporte público. Con esta al menos nos echamos unas risas casi todos (excepto la rubia que está de frente, a esa le molestaba profundamente). Hasta le di una moneda. Quería haberle dado una de veinte céntimos o cincuenta, que mi cartera no está para despilfarros, pero sólo tenía de uno y dos euros. Al final le di de uno y, a voz en grito y con micrófono, el artista me dio las gracias de la manera más sutil que pudo: “Muchas gracias. Qué generosidad de tu parte, que la fortuna venga a ti por tu generosidad”. Era Jekyll quien viajaba en ese tren y fue Jekyll la que se hundió en el asiento deseando que la tierra la tragase y que nadie la mirase.

La calidad es terrible, el tren se menea que da gusto. No sé si los retoquillos de novata (los de Youtube por defecto, vamos) habrán servido para algo. Y como no grabo nunca, no sé qué hice que casi todo el vídeo está sin sonido. Espero que al menos sirva de muestra de lo que nos encontramos por ahí.


miércoles, 15 de abril de 2015

Hombre con coleta en la estación

Baja la avenida apurada. Va tarde. Últimamente retrasa su salida un poco cada día. Hay problemas en el trabajo, no quiere que llegue el momento de fichar y enfrentarse a ellos. Piensa en las cosas que tiene programadas para la mañana, probablemente no le dé tiempo a hacerlas todas. Se para un segundo y se pone las gafas de sol para poder tolerar una mañana especialmente brillante, o quizás ella está un poco vampírica. Levanta la vista y ve una figura masculina que se acerca. No es un habitual de la avenida a esa hora: unos cuantos adolescentes que se agrupan para ir al insti y unos cuantos dueños de perros. La figura se acerca. No está segura pero… Sí, es él, cada vez más cerca. A punto de cruzarse, la mira varios segundos de manera que haría sentir incómoda a una desconocida, aunque ellos ya no son totalmente desconocidos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Inicios

Llevo en este trabajo siete años, seis meses y veintiséis días. Recuerdo mi primer día como si fuera ayer. Casi en completa soledad. Mi jefa no pudo dedicarme más de cinco minutos para explicarme el funcionamiento de la empresa, ni siquiera qué tenía que hacer o por dónde empezar. En realidad ese día fue una señal bastante fiable de lo que me esperaba aquí: soledad, soledad y soledad. Aunque gracias a eso también gané mucha independencia y autonomía, lo que me ayudó a ser resolutiva y a tener que moverme para salvarme el culo.

Al principio fue duro. En mi trabajo anterior estaba en una sala enorme, sin división de ningún tipo, llena de periodistas comentando continuamente las noticias, preparando sus piezas para el informativo del mediodía, televisiones funcionando siempre. Movimiento continuo y paredes de cristal con chorros y chorros de luz entrando por todas partes. Acostumbrarme al zulo me llevó muchos meses. Creo que tardé unos dos años en adaptarme y no deprimirme en invierno.

viernes, 6 de marzo de 2015

Diario de un "Ascenso" (5): empiezan los cambios

Jueves 5 de marzo de 2014

9:20h

Abro el correo y veo un email de la Rotten.

De: Ascensión
Enviado el: miércoles, 04 de marzo de 2015 20:21
Para: Dorotea; Sandra
Asunto: Mañana empiezo otro trabajo

Hola guapas, no he querido molestar más estos últimos días porque bastante lata he dado ya.
Quiero daros las gracias por escucharme y por ser mis amigas.
De todas formas he de ir a llevar justificantes y os iré a visitar.
Estoy limpiando para llevar todo limpito al otro sitio.
Un beso muy fuerte.