martes, 26 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (2): Día del orgullo friki



Mueve la rueda del iPod, no sabe qué escuchar. Se para sin querer en la banda sonora de Los tres mosqueteros. Sí, puede valer, hace siglos que no le dedica un rato. Empieza a sonar All for love.

El tren se para. Movimiento de gente. De pronto, una cara conocida… uf, no. Se parece a K. Mucho. Por suerte no lo es, no le apetece encontrarse a nadie del trabajo en su regreso a casa. Tampoco se lo imagina subido a un tren, qué tontería pensar que podía ser él. El doble de K. se sienta, puede verlo de frente. No está tan bueno, pero sí alegra la pestaña. Fijándose en él… es posible que hayan coincidido antes. Seguramente hoy lo vio desde otro ángulo, la posición justa para que le recordara a otra persona. No se parecen tanto.

Let's make it all for one and all for love

Como en los sueños, su mente vuela a otro lugar, a otro tiempo. De pronto se acuerda de su amiga Vanesa, probablemente porque las dos veían Heroes y ahí trabaja Sendhil Ramamurthy, indio como K. Recuerda de pronto que todavía no le ha enviado un mensaje para desearle feliz día del orgullo friki. Se pone una nota en el móvil para llamarla cuando llegue a casa.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Sueño: un avión en la estación

Miércoles 20 de mayo de 2015. Noche.

Voy en el tren de regreso a casa, no en el de siempre sino que se parece más un regional. Busco sitio para sentarme, hay gente muy rara. Me dirijo a la cabecera para bajarme un poco más cerca de la salida, ahora vuelvo a estar en el tren de siempre. Casi llego a la puerta y veo a Diego con una chica, su novia, doy la vuelta y retrocedo. Me resulta un poco incómodo encontrarme con ellos. Creo que no llega a verme.

Cambio de escena. Ya estoy en la entrada de la estación. Sé que es mi estación, pero es diferente a la real. Es en este momento cuando me doy cuenta de que estoy soñando. Me encuentro con Raquel, una compañera de la facultad. Va cargada con una maleta y, aunque también sale, tiene que pasarla por el escáner. Miro el móvil. Aún no eran las ocho cuando me bajé del tren y ahora son las nueve. No he esperado, cosas de los sueños. Caminamos lentamente hacia la salida, poniéndonos al día después de tantos años sin vernos. De pronto me paro. Veo mis pies parados antes de mirar al frente y ver un avión cayendo en vertical con el morro hacia abajo, como si estuviera metido dentro de un tornado. No puedo moverme. Lo que veo me paraliza. No es la primera vez que tengo el sueño de un avión cayendo de esa manera. Se estrella y algunas de las partes salen disparadas. Por suerte estamos bastante lejos y los trocitos se mueven como a cámara lenta. En una situación real, la distancia que nos separa nos protegería de los pedazos, así que tardamos en protegernos tras una pared. Volvemos a mirar y vemos una explosión tremebunda. Ahora los trozos se acercan a nosotras a gran velocidad. Casi no nos da tiempo a ponernos tras la pared. Todo el mundo se protege como puede: agachados, detrás de los aparatos de escanear, bajo las mesas de la cafetería… Unas piezas se estrellan contra las paredes de cristal, las rompen y siguen su camino.

jueves, 14 de mayo de 2015

Lo que me inspira la música (1): Amigos que no están


Valerie suena a tope en su ipod. El ritmo se apodera de ella y la distrae de la lectura. Levanta la vista del libro y mira al infinito, a las colinas secas que pasan. Empieza el estribillo. Al regresar a la lectura se fija en el brazo que tiene enfrente. Fuerte, musculoso, sin vello. Le resulta conocido, se parece a otro… quizás era un poco más delgado, pero son igual de pálidos. Le gustaría tocarlo, sentir la piel. Tiene pinta de ser suave… Se ha puesto nerviosa pensando en el pasado, haciendo un viaje paralelo montada en sus recuerdos, muy muy lejos del tren.

Paco se cuela desde el canal recordatorio de al lado:

—Pero… ¿no tiene nada de vello? ¿Ni… ahí…? —baja la mirada para indicar la entrepierna, de pronto le ha entrado la vergüenza.

Una sonrisa asoma y se hace cada vez mayor, también más amarga. Lo echa de menos. A Paco, no al dueño del brazo. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Como vacas sin cencerro

Hace unos años una amiga me descubrió La flor de mi secreto, de Almodóvar. La conocía, pero no tenía ganas de verla debido a la interpretación errónea del anuncio. Cuando la anunciaban en Canal+ ponían las escenas en las que Leo (Marisa Paredes) salía más destruida, las más oscuras, incluso estaban editadas de tal manera que en mi mente me monté una nueva película con el maltrato como tema principal. Al menos ese es mi recuerdo. Nada que ver. Es cierto que tiene momentos dramáticos, pero también tiene unos puntos cómicos muy buenos, como muchas de las de Almodóvar. Admiro en él esa capacidad que tiene de mezclar lo dramático y lo cómico y deseo saber hacerlo igual algún día… Ey, ey, que me voy por las ramas. Vuelvo a La flor de mi secreto.

Todo empezó porque me gustaba un compañero de trabajo. Era turco, muy educado, amable y muy muy tímido, al menos con las chicas que le gustaban. Había otros obstáculos, pero entre que a él le daba vergüenza hablar español (conmigo) y a mí inglés (con todo el mundo), nunca pasó nada. Nos veíamos, nos mirábamos y cada uno por su lado sin haber abierto la boca. Mi amiga Esther tenía algo más de contacto con él así que le pedía que me contara cosas, por si podía darme alguna clave. Pasó un tiempo y yo seguía sin tener oportunidad para hablarle a solas (el email nunca funcionó, aunque lo intenté). Y no sé cómo llegamos al día de La flor de mi secreto. Supongo que de nuevo estaba contándole a Esther que era imposible hablar con él. No recuerdo sus palabras exactas, pero fue algo parecido a: “Ese chico es demasiado tímido, a veces habla para el cuello de su camisa, seguramente es virgen [aquí mi cara de alucine y una serie de fantasías que me hicieron entrar en calor repentinamente]. Y está muy solo, es como una vaca sin cencerro”. ¿Una vaca sin cencerro? Y La flor de mi secreto entró en mi vida.

lunes, 27 de abril de 2015

Músicos ambulantes en el tren

Esta va a ser una entrada corta. A continuación podréis ver un vídeo que grabé en el tren hace unos días. Se trata de una de esas actuaciones estelares en el transporte público. Con esta al menos nos echamos unas risas casi todos (excepto la rubia que está de frente, a esa le molestaba profundamente). Hasta le di una moneda. Quería haberle dado una de veinte céntimos o cincuenta, que mi cartera no está para despilfarros, pero sólo tenía de uno y dos euros. Al final le di de uno y, a voz en grito y con micrófono, el artista me dio las gracias de la manera más sutil que pudo: “Muchas gracias. Qué generosidad de tu parte, que la fortuna venga a ti por tu generosidad”. Era Jekyll quien viajaba en ese tren y fue Jekyll la que se hundió en el asiento deseando que la tierra la tragase y que nadie la mirase.

La calidad es terrible, el tren se menea que da gusto. No sé si los retoquillos de novata (los de Youtube por defecto, vamos) habrán servido para algo. Y como no grabo nunca, no sé qué hice que casi todo el vídeo está sin sonido. Espero que al menos sirva de muestra de lo que nos encontramos por ahí.


miércoles, 15 de abril de 2015

Hombre con coleta en la estación

Baja la avenida apurada. Va tarde. Últimamente retrasa su salida un poco cada día. Hay problemas en el trabajo, no quiere que llegue el momento de fichar y enfrentarse a ellos. Piensa en las cosas que tiene programadas para la mañana, probablemente no le dé tiempo a hacerlas todas. Se para un segundo y se pone las gafas de sol para poder tolerar una mañana especialmente brillante, o quizás ella está un poco vampírica. Levanta la vista y ve una figura masculina que se acerca. No es un habitual de la avenida a esa hora: unos cuantos adolescentes que se agrupan para ir al insti y unos cuantos dueños de perros. La figura se acerca. No está segura pero… Sí, es él, cada vez más cerca. A punto de cruzarse, la mira varios segundos de manera que haría sentir incómoda a una desconocida, aunque ellos ya no son totalmente desconocidos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Inicios

Llevo en este trabajo siete años, seis meses y veintiséis días. Recuerdo mi primer día como si fuera ayer. Casi en completa soledad. Mi jefa no pudo dedicarme más de cinco minutos para explicarme el funcionamiento de la empresa, ni siquiera qué tenía que hacer o por dónde empezar. En realidad ese día fue una señal bastante fiable de lo que me esperaba aquí: soledad, soledad y soledad. Aunque gracias a eso también gané mucha independencia y autonomía, lo que me ayudó a ser resolutiva y a tener que moverme para salvarme el culo.

Al principio fue duro. En mi trabajo anterior estaba en una sala enorme, sin división de ningún tipo, llena de periodistas comentando continuamente las noticias, preparando sus piezas para el informativo del mediodía, televisiones funcionando siempre. Movimiento continuo y paredes de cristal con chorros y chorros de luz entrando por todas partes. Acostumbrarme al zulo me llevó muchos meses. Creo que tardé unos dos años en adaptarme y no deprimirme en invierno.

viernes, 6 de marzo de 2015

Diario de un "Ascenso" (5): empiezan los cambios

Jueves 5 de marzo de 2014

9:20h

Abro el correo y veo un email de la Rotten.

De: Ascensión
Enviado el: miércoles, 04 de marzo de 2015 20:21
Para: Dorotea; Sandra
Asunto: Mañana empiezo otro trabajo

Hola guapas, no he querido molestar más estos últimos días porque bastante lata he dado ya.
Quiero daros las gracias por escucharme y por ser mis amigas.
De todas formas he de ir a llevar justificantes y os iré a visitar.
Estoy limpiando para llevar todo limpito al otro sitio.
Un beso muy fuerte.

jueves, 5 de marzo de 2015

Fingir en el tren da morbo

¿Estáis seguros de que esta gente está haciendo algo de verdad en sus móviles o solo fingen?

Últimamente en el tren he visto un comportamiento un tanto peculiar, al menos a mí me lo parece. Empezó el día que el pedorro tamaño Obélix me comprimió como un acordeón. Este Obélix, además de tener un tamaño descomunal, ocupaba más sitio porque no se quitó el abrigo e iba con los brazos casi en jarras toqueteando su móvil. En un principio pensé que iría jugando, pero mi lado cotilla pudo con mi lado educado y racional y eché una miradita a su pantalla. Estaba buscando en su lista de contactos de Whatsapp. Subía y bajaba por la lista sin sentido, de pronto le dio un golpe de dedo y subió velozmente. Entró en una conversación antigua, no sé si leyó algo, salió al momento. De nuevo se puso a mover la lista.

Ese fue su entretenimiento durante el viaje. Me llamó tanto la atención que incluso se lo comenté a Circe. Ella tiene un punto de mala leche. No creía que fuera a causa del aburrimiento sino que el pobre estaba más solo que la una, “normal, con ese olor”, y tan solo quería mostrar a los demás que no, o quizás simplemente mostrárselo a sí mismo. No le hice mucho caso, al fin y al cabo, la única que lo miraba de reojo era yo y veía perfectamente la jugada.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Diario de un "Ascenso" (4): a punto de tocar fondo

Lunes 23 de febrero de 2015

12:30h

Llega la Rotten. La oigo venir, no me da tiempo a huir, ya está en el pasillo. Me fastidia porque me vaya o me quede interrumpe lo que estaba haciendo, ella que tanto se queja de los que la interrumpen.

Hoy viene con novedades, tenemos para rato. Le han ofrecido sitios para cambiarse, ninguno le gusta, claro. Estoy cansada de oír siempre lo mismo. Historias con la aspiradora, huevos y larvas bajo la moqueta, bichos y huevos en las medias, bichos y huevos que caen en la ducha, bichos y huevos en las mantas. Está francamente mal, lo de la ducha me ha superado.

Sandra, Ana y yo escuchamos en silencio. Ya no le contestamos, ¿para qué? No entra en razón porque la razón la abandonó hace tiempo. Jura que nunca volverá a esa planta, ni para llevarle papeles al súper jefe. Tendrá que buscar otra secretaria. Necesita a alguien que esté en la misma planta que él para controlar quién llega y quién se va, si  está hablando por teléfono o le puede pasar la llamada. Si buscan una nueva secretaria para el súper, se quedaría colgando, sin jefe directo. Y, a no ser que la coloquen en una centralita, sin tareas específicas. Los cabos sueltos no son buenos ni en las historias, ni en las empresas. También perdería el estatus que le otorga ser la secretaria del súper jefe, no tendría ese “poder” ni nadie para protegerla. Lo bueno, para mí, sería que no dependería de ella y la vería menos. Todos queremos verla menos.  A algunas nos da la impresión de que su jefe y mi jefa quieren deshacerse de ella. El problema es que es muy conocida, nadie la aguanta y, desde el asunto de las pulgas, menos. No tienen donde meterla.