miércoles, 28 de enero de 2015

Metáforas que piden un psiquiatra a gritos

Creo que no he hablado más de la Rotten y sus pulgas desde que publiqué la entrada en la que disecciono la historia y sus contradicciones. He tenido motivos para volver, pero no he querido hacerlo por salud mental. Me he estado alejando de ese tema y en este caso escribir me producía más daño que beneficio. Hoy, retomo la historia porque soy más fuerte que hace dos meses y medio y porque el tema no va a ser mi locura sino la de otra. Es triste ver el deterioro de una persona, aunque no te caiga bien, aunque desees tenerla lejos. Eso es lo que está pasando con Ascensión. Se está desmoronando y no quiere hacerlo sola. Cuando digo sola no es que quiera que alguien le coja la mano para ayudarla a superarlo, sino que en su caída, nos va a llevar por delante a los demás.

En mis conclusiones en Malas pulgas, apunto que no me extrañaría que fuera su mente la que provocara muchos de los síntomas. El último día antes de las vacaciones de Navidad pasó algo que me hizo pensar que a esta mujer se le ha ido la cabeza realmente y que necesita ayuda de verdad. No ayuda como la que le da su médico loco diciéndole que se eche una pipeta de perro (que igual funciona, no lo sé) sino ayuda psiquiátrica, profesional y en condiciones. Llegó a la oficina y, al acercarse a su silla, vio un montón de pulgas en el asiento. Intentó espantarlas, pero no pudo. Aun así, se sentó. Poco a poco las pulgas fueron subiendo por su cuerpo, metiéndose por debajo de la ropa y recorriéndole la piel. Empezó a rascarse y se hizo más daño que por las (inexistentes) mordeduras. Para mí era toda una metáfora del deseo que siente porque alguien la toque, le recorra el cuerpo con las manos, con la boca, que le transmita electricidad y calor. Su manera de tocarse como para enseñarnos el recorrido de los bichitos era sugerente, erótica. Lo pienso y me da repelús. Es una imagen que quiero borrar de mi mente.

miércoles, 21 de enero de 2015

Diario de Jekyll (1): All I want is you

Martes 20 de enero de 2015

8:24h

Hoy es el cumpleaños de una de mis mejores amigas del colegio. La chica guapa, la que les gustó a todos los chicos de clase en algún momento u otro hasta que se dieron cuenta de que no tenían posibilidades con ella y se buscaron a otras cuando tuvimos edad. A pesar de llevárselos a todos de calle, sé que a un par de ellos les gustaba yo. Uno hablaba tanto de mí en casa que su madre se dio cuenta, se lo contó a la mía y la mía a mí. Teníamos unos cinco años. Nunca me dijo nada ni yo a él. Otro era mi mejor amigo. Se declaró de sopetón. Un jarro de agua helada en una tarde (fresca, la verdad) de finales de junio. En ese momento creí que no es posible la amistad entre hombres y mujeres. Tenía once. Al tercero lo pillé. Estábamos en séptimo de EGB y con trece años empiezas a cazar miradas. Una pista por aquí, una señal por allá. Tampoco me gustaba. Los tres me caían genial, eran monos pero a mí me gustaba otro, tanto, que no me acuerdo quién era.

Han pasado muchos años y los recuerdos se agolpan solo por recordar el cumpleaños de una niña que fue muy importante en mi infancia, pero con la que no tengo contacto. Y no me habría acordado de ella si no hubiera puesto la fecha de hoy para hablar de otras cosas, historias que pasan en el presente, pero que en el fondo no están tan alejadas de aquellas miradas furtivas de un adolescente. Las emociones no cambian, cuando alguien te gusta se siente el mismo cosquilleo tengas la edad que tengas y se utilizan las mismas artimañas.

viernes, 9 de enero de 2015

Miedo

Tengo miedo. Tanto, que esta mañana justo antes de que el tren entrara en Atocha e hiciera su parada habitual, se me encogió el estómago y empezó a revolverse dentro de mí intentando salir. Ayer en el camino de regreso, tenía unas ganas de llorar terribles. No lo hice por vergüenza. Otros reían a carcajadas. Quizás sólo necesitaba a alguien con el que compartir angustias y crear un poco de humor negro.

Tengo tanto miedo que me niego a escribir más sobre la causa. De hecho, tenía casi terminado el post de hoy, compartiendo mis temores, mis sentimientos, como en el post que escribí hace ya casi un año sobre el aniversario del 11M. Escribiéndolo me he desahogado, pero no voy a publicarlo. Probablemente esta tarde, al entrar en la estación, se me ponga de nuevo un nudo en la garganta. Quizás la sensación dure en los próximos días, pero me niego a vivir siempre así. En el post que escribió Babilonia sobre sus propósitos de año nuevo, comenté que no iba a hacer lista de propósitos. Ahora debo cambiar de opinión. Mi propósito será ser valiente y vivir sin miedo, dentro de mis posibilidades, claro está, porque hay cosas que acojonan por mucho que una se lo proponga (y perdón por el taco).

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Amigos, compañeros o nada

Hace una semana terminé uno de los proyectos que tenía abiertos. Estoy segura de que el resultado será positivo, tanto mi compañera como yo trabajamos muchísimo durante seis meses para sacarlo adelante y estamos muy contentas con el resultado. Por ello, para celebrarlo, porque nos lo merecíamos, nos fuimos a comer.

Desde el principio conectamos muy bien. Paula es muy extrovertida, simpática, trata con mucho cariño a todos los que tiene alrededor. En nuestras reuniones hablamos de otras cosas además de trabajo y descubrimos que tenemos muchas cosas en común. Ahora que terminamos es probable que no nos veamos mucho. En los próximos meses todavía tendremos contacto porque le debo unos papeles, luego vendrá la carta de aprobación y ella me enviará una copia para nuestros archivos. Trabajamos en edificios diferentes, tenemos actividades diferentes e, igual que no veo a David, tampoco la veré a ella. ¡Y David trabaja más cerca! Probablemente en otras circunstancias, llegaríamos a ser amigas aun siendo compañeras de trabajo. Si el proyecto hubiera sido más largo, podría haber surgido una amistad, una de esas en las que cuando dejas de verte en el trabajo, sigues en contacto con la persona. Algunas relaciones amorosas no llegan a empezar, algunas de amistad tampoco.

martes, 9 de diciembre de 2014

Que me toque, que me toque (La lotería)

Hoy fui a recoger la lotería de Navidad del curro. Es todo un proceso. La solicitamos a través de una página de la intranet, la compran en una de las pocas capitales de provincia en que no ha tocado nunca el gordo y la traen hasta Madrid. Me dijeron que se compraba en el pueblo del dueño de la empresa. Mentira, está comprada en un centro comercial de la city. Igual la administración es de su hermana. El caso es que hace unos años cayó el gordo en una administración de Chamberí, a un paso de aquí, y nosotros con nuestro décimo muerto del asco. Llevo aquí siete años, pero ni a los que llevan veinte les he oído contar que haya tocado ni un reintegro. Lo compro por la excusa que ponemos muchos trabajadores, no solo de mi empresa, para comprar la lotería del curro. Si toca, porque a alguien le toca, no voy a estar comiéndome los mocos mientras todos brindan con champán. Así que allá fui a la librería corporativa, esperé la cola media hora porque estaban organizados como el culo, aguanté sudor a sobaco yyyyy… me encontré a Ascensión.

No suelo jugar. A veces me encuentro con ánimo y compro algún décimo o algún cupón de la ONCE, pero siempre espero a tener una sensación positiva, una ilusión que me hace creer de verdad que me va a tocar. Esa ilusión no me acompaña desde hace semanas a causa del estrés y si hoy llevaba un poquito de ese polvo de hadas mágico, se lo llevó el aire acondicionado en cuanto Ascensión me echó el ojo y dejó su puesto en la cola para venir a mi lado. Raca que raca, raca que raca otra vez con la historia de la pulga. ¿Cómo me va a tocar si cogí el décimo con tal mala leche que era casi requesón?

Me temo que este año voy a terminar el año igual que terminé el 2013: pobre y sin amores. Bueno, tengo que rectificar. El año pasado tenía el corazón roto, este año ya sólo tengo la cicatriz.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Un día (a)típico en el tren

He dedicado más de un post a mis aventuras y desventuras en el tren. La primera vez que pisé la estación de Atocha me sorprendió ver tanta gente moviéndose como hormigas. Era finales de julio, no podía ni imaginar cómo sería aquello cualquier otro mes, sin gente de vacaciones y mucho menos que algún día formaría parte de esa marabunta. Pero incluso inmersa en esa masa, caminando con el piloto automático activado viendo figuras sin cara, encuentro todos los días gente conocida. Ya he hablado de Diego (él es mi habitual estrella ahora mismo), pero también están el padre moderno que viaja con su niño de cuatro años, los dos grupos de marujas que cuando se enzarzan en una discusión se las oye al final del vagón (menos mal que no coinciden en el mismo tren)… Personas a las que veo con mucha frecuencia, imagino a dónde irán a trabajar, qué historia habrá detrás de cada una, personas a las que echo en falta cuando de repente dejo de verlas sin haber cambiado mis hábitos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Treinta entradas y una vela

Bengala en la oscuridad
theilr: burn baby burn
Hoy es el primer cumpleaños de mi blog. Sé que suena a tópico, pero cuando empecé no pensé durar tanto por aquí. Ni siquiera pensé que alguien lo leyera, como he contado más de una vez, este sitio es mi terapia, con eso me basta. Sin embargo, algunos os pasáis, comentáis y eso se agradece, se ven otros puntos de vista y es divertido (¡Gracias!). Así que después de superar una crisis, la barrera de los tres meses con un hecho estremecedor, los seis meses mencionados en el primer enlace y mantener con vigencia la cita de Claudia Piñeiro-Nurit Iscar del tercer enlace, estoy dispuesta a estar por aquí otros doce meses más.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Malas pulgas

Carteles de Alberti Flea Circus (circo de pulgas)
Brian Leon: The flea circus

Ascensión, la secretaria del súper jefe, más conocida como la Rotten, fue atacada por una pulga. Lleva cuatro semanas luchando contra ella, pero las piezas no terminan de encajar. Voy a diseccionar su historia imitando a Henry Fonda en Doce hombres sin piedad porque hoy ha cambiado su versión, me tiene harta (menuda novedad) con su prepotencia y su “yo sé más que tú” y necesito hacer terapia.

lunes, 27 de octubre de 2014

Money money

Grafiti: corazon rojo, símbolo de dolar negro en una pared blanca
Neo Wang: loves > money
Por una vez, y sin sentar precedente, voy a meter un poco de política en mi blog. Detesto la política, al menos la que se hace ahora mismo en España, pero hoy ha pasado algo que me ha afectado más que normalmente porque conozco a uno de los detenidos. Mientras escribo, unas horas después de conocer la noticia, todavía tengo cierto revoltijo en el estómago y no son mariposas del amor.

Esta mañana fueron arrestadas cincuenta y una personas dentro de la operación Púnica, por estar implicadas, presuntamente, en el cobro de comisiones. Una de esas personas, en el pasado, formó parte de mi vida cotidiana. Fue alguien especial, le gustaba, pero aquella época fue muy difícil para mí y no pude corresponderle. Nunca me lo dijo abiertamente y es algo que le agradezco porque así no me vi en la situación de decir que no. Sí, lo sé, soy una cobarde, pero rechazar a alguien no es agradable. Cuando lo conocí ya estaba metido en política. Además de todos mis problemas particulares, ese fue un punto más a tener en cuenta.  Aunque él me caía muy bien, me producía un verdadero rechazo su condición de político. A algunas personas ese poder les atrae, a mí me alejó más.

martes, 21 de octubre de 2014

Tengo ganas de dar un pellizco

Mi lado Jekyll es un desastre amoroso. Va por la vida a su bola, con las antenas plegadas, o se las deja en casa. A no ser que las señales que le lancen sean como una sirena de bomberos, no se entera de nada. Y cuando por fin se da por aludida en vez de oír el estruendo, ella oye el sonido tan bajito, tan bajito que se pregunta: ¿eso va por mí? Sí, nena, a ver si te enteras de una maldita vez. No consigo que cambie.

Un poco antes de las vacaciones de verano íbamos en el tren camino del trabajo. Como siempre vamos más o menos a la misma hora, tenemos muchos habituales. Uno de ellos, Diego, se sube dos paradas después que nosotras. No sé cuánto tiempo hace que coincidimos con él. Miss Jekyll se fijó en que tiene un e-reader igualito al suyo hace unos dos años y lo fichó. Después se fijó en que el tío está bastante potente (muy, muy potente), que lleva la comida al curro, que sus camisas siempre van planchadas como recién compradas y que a veces lo acompaña una bolsa de deporte (por eso está tan cachas). Ese día de julio le ayudé a desplegar las antenas. Al bajar en Nuevos Ministerios nos pusimos detrás de Diego. Yo lo rocé ligeramente, él se puso de perfil para echarle una miradita a mi amiga, que se dio cuenta pero no quiso reconocerlo, y lo miró así como quien no quiere la cosa.