Ayer recibí una llamada de mi jefa: nos mudábamos. Y empezó
el culebrón. En esa llamada me dijo que el cambio de oficina era inminente, que
pidiera cajas y embalara porque el viernes siguiente (y yo entendí el cinco de
mayo) tenía que estar todo listo. Casi me da un pasmo. No solo porque todo era
demasiado apresurado, sino porque irme del edificio donde he pasado la mayor
parte de mi tiempo de los últimos nueve años, supone un enorme cambio y una
tristeza.
viernes, 28 de abril de 2017
viernes, 7 de abril de 2017
La banda sonora de los libros
Como siempre, la última semana antes de las vacaciones se
hace eterna. Pensamos más en los viajes, las maletas, los planes que se van a
organizar se viaje o no, intentamos no perder ni un pronóstico del tiempo. Esta
vez, en mi caso, a todas estas “preocupaciones” se les han unido dos variantes
excepcionales: el último tramo de mi convalecencia y la pérdida de uno de mis
pendrives. La recuperación ha ido a buen ritmo pero los antibióticos me han
dejado hecha polvo. Hacía tantos años que no los tomaba que ya no recordaba
cómo te quedas cuando terminas el tratamiento. Dos días después, se me siguen
cerrando los ojos incluso tecleando. Y lo del pendrive… bueno, eso me ha
fastidiado de veras.
The Boss tocando para Nosotros, los de entonces.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)